Lo tercero que deseo compartir es que Jesús nos invita a salir a evangelizar “SIN MIEDOS”.
Tenemos una CERTEZA fundamental que el Apóstol Pablo la expresa de una manera bellísima y contundente: “Nada ni nadie podrá separarnos jamás del amor de Dios manifestado en Jesucristo, nuestro Señor” (Rm 8,35, 37-39).
Jesucristo y su Amor por cada uno de nosotros, es el fundamento de nuestra fortaleza para encarar la vida cotidiana, la evangelización, la catequesis y el futuro mismo. Los miedos nos paralizan, es decir, nos dejan sin palabras ni gestos frente a la realidad.
La falta de entusiasmo, la desmotivación, el desánimo, tienen en el fondo algo de esa parálisis que generan los miedos cuando nos pone frente a la vida como una realidad que siempre nos sobrepasa y aplasta. Para el miedoso, la realidad siempre es difícil.
El miedoso es pesimista.
Los miedos nos encierran, y eso se manifiesta de diversas maneras, como, por ejemplo: el “siempre se hizo así”, la falta de creatividad, el optar continuamente por el mismo grupito, por una comunidad que se corta sola, con rasgos sectarios.
P. Obispo Jorge Eduardo
Homilía de la Peregrinación Arquidiocesana
12 de mayo de 2024