Espíritu Santo! Sagrado fuego que apareciendo visible sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, inflamaste divinamente sus corazones para que, abrasados en tu amor, encendiesen después a todo el mundo en las mismas sagradas llamas: enciende en tus ardores nuestros corazones, para que encienda en tu divino amor a cuantos tratemos; y danos la gracia que te pedimos en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios y bien de todos. Amén.

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