32. Ustedes saben que cuando rezamos el “yo confieso”, en un momento decimos juntos, tres veces, “por mi culpa” y hacemos un gesto con la mano, que muchas veces veo no lo hacemos del todo bien. Se trata de hacer con los dedos como “una pica”, “un punzón”, para que al golpearnos el pecho, signifiquemos que deseamos romper el corazón duro, el corazón convertido en piedra.
De allí viene también sentirnos compungidos, dolidos. ¡Qué bien nos haría hacer ese gesto, con tan tremendo significado y sentir muy adentro, el dolor del mal y del pecado! ¡Qué bien nos haría sentir que nuestro corazón convertido en una roca se rompe y ablanda por la fuerza del Amor de Dios y de su Misericordia!

Cambiar nuestro corazón de piedra por uno de carne que pide perdón y que perdona, que reza y celebra, que medita la Palabra de Dios y que con gestos concretos se acerca a los hermanos para llevarles paz, luz, fortaleza y sentido a sus vidas.

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