31. La cuaresma es un tiempo propicio para el gesto del perdón en su doble dimensión y experiencia: ser perdonado y perdonar. Y las dos son necesarias. Una lleva necesariamente a la otra. ¡Dejate perdonar, déjate reconciliar por Dios! ¡Confesa tus pecados frente a un sacerdote! Y anímate a pedirle perdón a aquella persona que hallas ofendido. ¡Dejate perdonar por ella! Y no dudes de perdonar, no dejes que el corazón se te llene de odio, de sentimientos de revancha, de venganza. ¡Animate a perdonar!

Ser perdonados y perdonar. ¿Somos conscientes que debemos avanzar en ambos sentidos?

Pedir perdón, para poder ser perdonado. Revisar profundamente, hasta lo más hondo, ¿de qué tengo que pedir perdón? Y lo otro, no menos importante, ¿a quién debo pedirle perdón?

Perdonar. ¿Somos conscientes que muchas veces nosotros debemos ‘limpiar el camino’ para que puedan acercarse aquellos a quienes tenemos que perdonar?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Post Navigation