El pasado miércoles 15 a la tardecita la comunidad parroquial festejó, y en el festejo estuvimos juntos los que aún peregrinamos aquí y los que se nos adelantaron y están gozando con Dios.
¿Porqué?
Porque en la casa de Emir Herbón, abrimos un Oratorio para que toda la comunidad del barrio tenga un lugar de referencia para encontrarse con Jesús.
¿Y porqué decimos que juntos festejamos ‘los de aquí con los de allá’?
Porque hubo una presencia singular de iglesia-comunidad. Cuando Luis agradeció a Emir y a Marta, ella estaba ahí con nosotros. (Y ahora me imagino a otros que también hacen fuerza desde allá y que también estaban, Ñata, Pancho, Rubén, Guille… y seguramente muchos otros).
Porque tener un lugar para encontrarse con Jesús es mucho más que tener un espacio físico… es tener la posibilidad de prender una luz en algún momento de nuestro día e iluminarlo; es poder recuperar la paz que a veces perdemos; es sabernos hermanos, comunidad, iglesia que reza y comparte intenciones, dolores y alegrías.
Por eso, se sentía una emoción especial y una alegría hasta las lágrimas (como decía Norma).
¡Gracias Jesús!