Resultado de imagen para Juan el bautistaPadres de la Iglesia y el nuevo catecismo nos enseñan sobre la conversión.

«Como es difícil discernir entre la Palabra y la voz, los hombres creyeron que Juan era Cristo. Tomaron a la voz por la Palabra. Pero Juan se reconoció como la voz para no usurparle los derechos a la Palabra. Dijo: No soy el Mesías, ni Elías, ni el Profeta. Le preguntaron: ¿Qué dices de tu persona? Y él respondió: Yo soy la voz del que clama en el desierto: “Preparad el camino del Señor.” La voz del que clama en el desierto, la voz del que rompe el silencio. Preparad el camino del Señor, como si dijera: “Soy la voz cuyo sonido no hace sino introducir la Palabra en el corazón; pero, si no le preparáis el camino, la Palabra no vendrá adonde yo quiero que ella entre”». San Agustín

«A propósito de Juan el Bautista, leemos en Lucas: “Será grande a los ojos del Señor: convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto” (Lc 1,15s). ¿Por quién ha preparado un pueblo, y ante quién ha sido grande? Sin duda alguna ante aquel que ha dicho que Juan era algo “más que profeta” y que “no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista” (Mt 11,9.11). Porque Juan preparaba un pueblo anunciando por adelantado a sus compañeros de servidumbre la venida del Señor y predicándoles la penitencia, para que, cuando el Señor esté presente estén preparados para recibir su perdón, que vuelvan a aquel de quien se alejaron por sus pecados y transgresiones… Por eso, llevándolos a su Señor, Juan preparaba para el Señor un pueblo bien dispuesto, en el espíritu y el poder de Elías». San Ireneo

«¿Qué significa: Preparad el camino, sino: “Rogad insistentemente”? ¿Qué significa: Preparad el camino, sino: “Sed humildes en vuestros pensamientos”? Imitad el ejemplo de humildad del Bautista. Lo toman por Cristo, pero él dice que no es lo que ellos piensan ni se adju­dica el honor que erróneamente le atribuyen. Si hubiera dicho: “Soy Cristo”, con cuánta facilidad lo hubieran creído, ya que lo pensaban de él sin haberlo dicho. No lo dijo: reconoció lo que era, hizo ver la diferencia entre Cristo y él, y se humilló. Vio dónde estaba la salvación, comprendió que él era sólo una antorcha y temió ser apagado por el viento de la soberbia». San Agustín

CATECISMO DE LA IGLESIA

Los preparativos
522: La venida del Hijo de Dios a la tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos. Ritos y sacrificios, figuras y símbolos de la «Primera Alianza» (Heb9,15), todo lo hace converger hacia Cristo; anuncia esta venida por boca de los profetas que se suceden en Israel. Además, despierta en el corazón de los paganos una espera, aún confusa, de esta venida.

523: S. Juan Bautista es el precursor inmediato del Señor, enviado para prepararle el camino. «Profeta del Altísimo» (Lc 1,76), sobrepasa a todos los profetas, de los que es el último, e inaugura el Evangelio, desde el seno de su madre saluda la venida de Cristo y encuentra su alegría en ser «el amigo del esposo» (Jn 3,29) a quien señala como «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29). Precediendo a Jesús «con el espíritu y el poder de Elías» (Lc 1,17), da testimonio de él mediante su predicación, su bautismo de conversión y finalmente con su martirio.

524: Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida (ver Ap 22,17). Celebrando la natividad y el martirio del Precursor, la Iglesia se une al deseo de éste: «Es preciso que él crezca y que yo disminuya» (Jn 3,30).

Juan el Bautista, el Precursor del Señor
717: «Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan» (Jn 1,6). Juan fue «lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre» (Lc 1,15.41) por obra del mismo Cristo que la Virgen María acababa de concebir del Espíritu Santo. La «visitación» de María a Isabel se convirtió así en «visita de Dios a su pueblo» (Lc 1,68).

718: Juan es «Elías que debe venir» (Mt 17,10-13): El fuego del Espíritu lo habita y le hace correr delante [como «precursor»] del Señor que viene. En Juan el Precursor, el Espíritu Santo culmina la obra de «preparar al Señor un pueblo bien dispuesto» (Lc 1,17).

719: Juan es «más que un profeta» (Lc 7,26). En él, el Espíritu Santo consuma el «hablar por los profetas». Juan termina el ciclo de los profetas inaugurado por Elías. Anuncia la inminencia de la consolación de Israel, es la «voz» del Consolador que llega (Jn 1,23). Como lo hará el Espíritu de Verdad, «vino como testigo para dar testimonio de la luz» (Jn 1,7). Con respecto a Juan, el Espíritu colma así las «indagaciones de los profetas» y el ansia de los ángeles: «Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo… Y yo lo he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios… He ahí el Cordero de Dios» (Jn 1,33-36).

720: En fin, con Juan Bautista, el Espíritu Santo, inaugura, prefigurándolo, lo que realizará con y en Cristo: volver a dar al hombre la «semejanza» divina. El bautismo de Juan era para el arrepentimiento, el del agua y del Espíritu será un nuevo nacimiento.

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