transfiguracionVoz de la Iglesia a través de los tiempos sobre la transfiguración de Jesús.

San León Magno: (siglo V) «El Señor manifiesta su gloria delante de testigos que había escogido, y sobre su cuerpo, parecido al nuestro, se extiende un resplandor tal “que su rostro parecía brillante como el sol y sus vestidos blancos como la luz.” Sin duda, esta transfiguración tenía por meta quitar del corazón de sus discípulos el escándalo de la cruz, no hacer tambalear su fe por la humildad de la pasión voluntariamente aceptada… Pero esta revelación también infundía en su Iglesia la esperanza que tendría que sostener a lo largo del tiempo. Todos lo miembros de la Iglesia, su Cuerpo, comprenderían así la transformación que un día se realizaría en ellos, ya que los miembros van a participar de la gloria de su Cabeza. El mismo Señor había dicho, hablando de la majestad de su venida: “Entonces, los justos brillarán como el sol en el reino de mi Padre” (Mt 13, 43). Y el Apóstol Pablo afirma: “Los sufrimientos del mundo presente no pesan lo que la gloria que se revelará en nosotros” (ver Rom 8, 18)… También exclamó: “Habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios; cuando aparezca Cristo, vuestra vida, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él” (Col3, 3-4)».

San Beda: (siglo VII)«Cuando el Señor se transfigura, nos da a conocer la gloria de la resurrección suya y de la nuestra».

San Juan Damasceno: (Siglo VII) «Moisés era glorificado por una gloria que le venía de fuera, mientras que el Señor brillaba con un resplandor innato de su gloria divina. Porque, se transfigura, no recibiendo lo que no tenía, sino manifestando a sus discípulos lo que era».

San Juan Crisóstomo: (Siglo IV) «¿Y por qué hace que se presenten allí Moisés y Elías? Para que se distinguiese entre el Señor y los siervos, pues el pueblo afirmaba que el Señor era Elías o Jeremías. Además, hizo que apareciesen sirviéndole, para demostrar que Él no era adversario de Dios ni trasgresor de la ley; pues en tal caso el legislador Moisés y Elías, los dos hombres que más habían brillado en la guarda de la ley y en el celo de la gloria de Dios, no lo hubieran servido».

San Cipriano: (Siglo III) «Ya por los profetas, sus siervos, Dios quiso hablar y hacerse oír de muchas maneras; pero mucho más es lo que nos dice el Hijo, lo que la Palabra de Dios, que estuvo en los profetas, atestigua ahora con su propia voz, pues ya no manda preparar el camino para el que ha de venir, sino que viene Él mismo, nos abre y muestra el camino, a fin de que, los que antes errábamos ciegos y a tientas en las tinieblas de la muerte, iluminados ahora por la luz de la gracia, sigamos la senda de la vida, bajo la tutela y dirección de Dios».

San Cirilo: (Siglo IV) «“A Él oíd”. Y más que a Moisés y a Elías, porque Cristo es el fin de la Ley y de los Profetas».

CATECISMO DE LA IGLESIA
El Padre envía a su Hijo amado para nuestra reconciliación

444: Los evangelios narran en dos momentos solemnes, el bautismo y la transfiguración de Cristo, que la voz del Padre lo designa como su «Hijo amado».

457: El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios: «Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados» (1Jn 4,10). «El Padre envió a su Hijo para ser salvador del mundo» (1Jn 4,14). «Él se manifestó para quitar los pecados» (1Jn 3,5).

458: El Verbo se encarnó para que nosotros conociésemos así el amor de Dios: «En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de Él» (1Jn 4,9). «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16).

459: El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad: «Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí…» (Mt 11,29). «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14,6). Y el Padre, en el monte de la Transfiguración, ordena: «Escuchadle» (Mc 9,7). Él es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (Jn 15,12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo.

La cruz es el camino a la gloria
554: A partir del día en que Pedro confesó que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, el Maestro «comenzó a mostrar a sus discípulos que Él debía ir a Jerusalén, y sufrir… y ser condenado a muerte y resucitar al tercer día» (Mt 16,21): Pedro rechazó este anuncio, los otros no lo comprendieron mejor. En este contexto se sitúa el episodio misterioso de la Transfiguración de Jesús…

555: Por un instante, Jesús muestra su gloria divina, confirmando así la confesión de Pedro. Muestra también que “para entrar en su gloria” (Lc 24,26), es necesario pasar por la cruz en Jerusalén. Moisés y Elías habían visto la gloria de Dios en la Montaña; la ley y los Profetas habían anunciado los sufrimientos del Mesías. La Pasión de Jesús es la voluntad por excelencia del Padre: el Hijo actúa como Siervo de Dios. La nube indica la presencia del Espíritu Santo.

556: (…) La Transfiguración nos concede una visión anticipada de la gloriosa venida de Cristo «el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo» (Flp 3,21). Pero ella nos recuerda también que «es necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios» (Hch 14,22).

One Thought on “La Transfiguración en la voz de la Iglesia

  1. Jorge García on 09/05/2018 at 10:27 said:

    Felicito a los administradores de esta página: es reconfortante que en estos tiempos de desorientación y confusión en la Iglesia (desorientación y confusión frecuentemente nacida desde la más alta cúspide en la Jerarquía) hayas quienes aún tratan de seguir abrevando en la fuente de la Tradición y del Magisterio. Excelente recurso es recordar la palabras de los Padres y Doctores de la Iglesia, y del Magisterio desmenuzado en el Catecismo Universal oficial (sea el de 1566 o el de 1997, ambos válidos y oficiales). No estaría de más recordar aquí la necesidad de recurrir además a los más importantes documentos del Magisterio Pontificio y Conciliar; sobre todo porque continuamente necesitamos leer las Escrituras e interpretarlas (así como leer las palabras del Papa actual y sus documentos, e interpretarlos) en línea con lo que Benedicto XVI llamó la «hermenéutica de la continuidad» (el Papa Benedicto se refería sobre todo al Concilio Vaticano II).
    De nuevo: felicitaciones. Sigan así.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Post Navigation