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Resucitado Jesús, se presentó a sus discípulos, quienes dieron la buena nueva a Tomás, que estaba ausente en ese momento. –Tomás, hemos visto al maestro, le dijeron. Tomás, se sonrió irónicamente, desconfiando… – Si no lo veo con mis ojos, y no lo toco con mis manos, no lo creeré.

Ocho días después, Jesús volvió a presentarse y le enseñó a Tomás las marcas de su dolor y de la crucifixión. Ante tal demostración, Tomás arrodillado ante él, creyó. Jesús le dijo: – porque me has visto y me has tocado, has creído, Tomás, Bienaventurados los que creen sin haber visto. A partir de allí, Tomás comenzó a predicar por todas partes. Fue perseguido y acosado. Murió atravesado por una flecha, cerca del año 75 en la ciudad de Calamina.